miércoles, 30 de marzo de 2011

La Comunicación: elementos y situación comunicativa

El mito: la Creación (4ª parte)



MITO CRISTIANO DE LA CREACIÓN
En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.
Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad; y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció: día primero. Dijo Dios: «Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras.» E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue. Y llamó Dios al firmamento «cielo». Y atardeció y amaneció: día segundo.
Dijo Dios: «Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo seco»; y así fue. Y llamó Dios a lo seco «tierra», y al conjunto de las aguas lo llamó «mar»; y vio Dios que estaba bien.
Dijo Dios: «Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto según su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra.» Y así fue. La tierra produjo vegetación: hierbas que dan semilla según sus especies, y árboles que dan fruto con la semilla dentro según sus especies; y vio Dios que estaban bien. Y atardeció y amaneció: día tercero.
Dijo Dios: «Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y sirvan de señales para solemnidades, días y años; y sirvan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra.» Y así fue. Hizo Dios los dos luceros mayores; el lucero grande para regir el día, y el lucero pequeño para regir la noche, y las estrellas; y los puso Dios en el firmamento celeste para alumbrar la tierra, y para regir el día y la noche, y para apartar la luz de la oscuridad; y vio Dios que estaba bien. Y atardeció y amaneció: día cuarto.
Dijo Dios: «Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen sobre la tierra frente al firmamento celeste.» Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo animal viviente que repta y que hacen bullir las aguas según sus especies, y todas las aves aladas según sus especies; y vio Dios que estaba bien; y los bendijo Dios diciendo: «sed fecundos y multiplicaos, y henchid las aguas de los mares, y las aves crezcan en la tierra.» Y atardeció y amaneció: día quinto.
Dijo Dios: «Produzca la tierra animales vivientes según su especie: bestias, reptiles y alimañas terrestres según su especie.» Y así fue. Hizo Dios las alimañas terrestres según especie, y las bestias según especie, y los reptiles del suelo según su especie: y vio Dios que estaba bien.
Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves del cielo, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todos los reptiles que reptan por la tierra.
Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó.
Y los bendijo Dios con estas palabras: «Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves del cielo y en todo animal que repta sobre la tierra.»
Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la faz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; os servirá de alimento.
"Y a todo animal terrestre, y a toda ave del cielo y a todos los reptiles de la tierra, a todo ser animado de vida, les doy la hierba verde como alimento." Y así fue. Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto.
Concluyéronse, pues, el cielo y la tierra y todo su aparato, y dio por concluida Dios en el séptimo día la labor que había hecho, y cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera. Y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que Dios había hecho.
Ésos fueron los orígenes del cielo y la tierra, cuando fueron creados.

El mito: la Creación (3ª parte)


LA CREACIÓN SEGÚN EL POPOL VUH (mitología maya) (lo adapté un poco)
Ésta es la relación de cómo todo estaba en suspenso, todo en calma, en silencio; todo inmóvil, callado, y vacía la extensión del cielo.
Ésta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques: sólo el cielo existía.
No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión. No había nada junto, que hiciera ruido, ni cosa alguna que se moviera, ni se agitara, ni hiciera ruido en el cielo. No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia.
Solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu, Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules.
Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la oscuridad, en la noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento. Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre. Entonces dispusieron la creación y crecimiento de los árboles y los bejucos y el nacimiento de la vida y la en ación del hombre. Se dispuso así en las tinieblas y en la noche por el Corazón del Cielo, que se llama Huracán.
El primero se llama Caculhá Huracán. El segundo es Chipi-Caculhá. El tercero es Raxa-Caculhá. Y estos tres son el Corazón del Cielo.
Entonces vinieron juntos Tepeu y Gucumatz; entonces conferenciaron sobre la vida y la claridad, cómo se hará para que aclare y amanezca, quién será el que produzca el alimento y el sustento.
-¡Hágase así! ¡Que se llene el vacío! ¡Que esta agua se retire y desocupe el espacio, que surja la tierra y que se afirme! Así dijeron. ¡Que aclare, que amanezca en el cielo y en la tierra! No habrá gloria ni grandeza en nuestra creación y formación hasta que exista la criatura humana, el hombre formado. Así dijeron.
Luego la tierra fue creada por ellos. Así fue en verdad como se hizo la creación de la tierra:
- ¡Tierra!, dijeron, y al instante fue hecha.
Como la neblina, como la nube y como una polvareda fue la creación, cuando surgieron del agua las montañas; y al instante crecieron las montañas.
Solamente por un prodigio, sólo por arte mágica se realizó la formación de las montañas y los valles; y al instante brotaron juntos los cipresales y pinares en la superficie.
Y así se llenó de alegría Gucumatz, diciendo:
-¡Buena ha sido tu venida, Corazón del Cielo; tú, Huracán, y tú, Chípi-Caculhá, Raxa-Caculhá!
-Nuestra obra, nuestra creación será terminada, contestaron.
Primero se formaron la tierra, las montañas y los valles; se dividieron las corrientes de agua, los arroyos se fueron corriendo libremente entre los cerros, y las aguas quedaron separadas cuando aparecieron las altas montañas.
Así fue la creación de la tierra, cuando fue formada por el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra, que así son llamados los que primero la fecundaron, cuando el cielo estaba en suspenso y la tierra se hallaba sumergida dentro del agua..
De esta manera se perfeccionó la obra, cuando la ejecutaron después de pensar y meditar sobre su feliz terminación.
Luego hicieron a los animales pequeños del monte, los guardianes de todos los bosques, los genios de la montaña, los venados, los pájaros, leones, tigres, serpientes, culebras, cantiles (víboras), guardianes de los bejucos.
Y dijeron los Progenitores:
-¿Sólo silencio e inmovilidad habrá bajo los árboles y los bejucos? Conviene que en lo sucesivo haya quien los guarde.
Así dijeron cuando meditaron y hablaron enseguida. Al punto fueron creados los venados y la aves. En seguida les repartieron sus moradas los venados y a las aves:
-Tú, venado, dormirás en la vega de los ríos y en los barrancos. Aquí estarás entre la maleza, entre las hierbas; en el bosque os multiplicaréis, en cuatro pies andaréis y os tendréis. Y así como se dijo, así se hizo.
Luego designaron también su morada a los pájaros pequeños y a las aves mayores:
-Vosotros, pájaros, habitaréis sobre los árboles y los bejucos, allí haréis vuestros nidos, allí os multiplicaréis, allí os sacudiréis en las ramas de los árboles y de los bejucos. Así les fue dicho a los venados y a los pájaros para que hicieran lo que debían hacer, y todos tomaron sus habitaciones y sus nidos.
De esta manera los Progenitores les dieron sus habitaciones a los animales de la tiera.
Y estando terminada la creación de todos los cuadrúpedos y las aves, les fue dicho a los cuadrúpedos y pájaros por el Creador y Formador y los Progenitores:
-Hablad, gritad, gorjead, llamad, hablad cada uno según vuestra especie, según la variedad de cada uno. Así les fue dicho a los venados, los pájaros, leones, tigres y serpientes.
-Decid, pues, nuestros nombres, alabadnos a nosotros, vuestra madre, vuestro padre. ¡Invocad, pues, a Huracán, Chipi-Caculhá, Raxa-Caculhá, el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra el Creador, el Formador, los Progenitores; hablad, ínvocadnos, adoradnos!, les dijeron.
Pero no se pudo conseguir que hablaran como los hombres; sólo chillaban, cacareaban y graznaban; no se manifestó la forma de su lenguaje, y cada uno gritaba de manera diferente.
Cuando el Creador y el Formador vieron que no era posible que hablaran, se dijeron entre sí:
-No ha sido posible que ellos digan nuestro nombre, el de nosotros, sus creadores y formadores. Esto no está bien, dijeron entre sí los Progenitores. Entonces se les dijo:
-Seréis cambiados porque no se ha conseguido que habléis. Hemos cambiado de parecer: vuestro alimento, vuestra pastura, vuestra habitación y vuestros nidos los tendréis, serán los barrancos y los bosques, porque no se ha podido lograr que nos adoréis ni nos invoquéis. Todavía hay quienes nos adoren, haremos otros seres que sean obedientes. Vosotros, aceptad vuestro destino: vuestras carnes serán trituradas. Así será. Ésta será vuestra suerte. Así dijeron cuando hicieron saber su voluntad a los animales pequeños y grandes que hay sobre la faz de la tierra.
Así, pues, hubo que hacer una nueva tentativa de crear y formar al hombre por el Creador, el Formador y los Progenitores.
-¡A probar otra vez! Ya se acercan el amanecer y la aurora; ¡hagamos al que nos sustentará y alimentará! ¿Cómo haremos para ser invocados para ser recordados sobre la tierra? Ya hemos probado con nuestras primeras obras, nuestras primeras criaturas; pero no se pudo lograr que fuésemos alabados y venerados por ellos. Probemos ahora a hacer unos seres obedientes, respetuosos, que nos sustenten y alimenten. De este modo hicieron a los seres humanos.

EL MITO MATACO DE LA CREACIÓN
Hubo un tiempo en que la tierra estaba arriba y el cielo abajo. Tanto era la suciedad que caía que el cielo se quejó y pidió la inversión de los planos. Desde entonces el cielo está arriba y la tierra abajo. Entre ambos está el territorio de los vientos y las nubes. Bajo la superficie (ríos, lagunas, bañados, campos, bosques) están el bajo tierra y el bajo agua. Cada estrato tiene sus seres. Todo está rodeado por líquido y aire y a lo lejos está el fuego.
Hubo otro tiempo en que un gran árbol unía los diversos mundos. El de la copa, el de arriba, era el de la abundancia. Los hombres de la faz de la tierra iban allí a proveerse, subiendo y bajando por este árbol/vínculo de la vida. Mas un día no cumplieron con sus tradiciones solidarias, no entregaron lo mejor y más tierno a quienes no podían andar arriba-abajo, no dieron nada. Los ancianos se quejaron. Llegó el Gran Fuego y ardió todo. El joven Luna fue eclipsado por el jaguar celeste y sus trozos cayeron en tierra incendiándola. Algunos quedaron en el mundo de arriba cuando se quemó el Gran Árbol. Son los abuelos, Dapitchí, los antepasados (estrellas, constelaciones) que cazan por el sendero de los ñanduces (la Vía Láctea). Sólo unos pocos, honestos y respetuosos se salvaron metiéndose bajo la tierra, pero desde entonces todo hubo que conseguirlo aquí.
Los seres humanos varones pertenecen a la tierra, surgieron de ella por el agujero del escarabajo. Procreaban eyaculando juntos en un cántaro de calabaza. En una ocasión notaron que parte de lo que cazaban o pescaban les era robado. Dada la reiteración dejaron como observadores al ratón de campo y al loro, el primero no percibió nada y al segundo le ennegrecieron la lengua. Por fin, el Gavilán, Halcón o Carancho, avisó: extraños seres escapaban como arañas al cielo mientras iban tejiendo sus cuerdas de fibra vegetal. Con la ayuda de los picotazos de Carancho y una lluvia de flechas algunos seres celestes cayeron incrustándose en la tierra. Tatú o el Armadillo los sacó con sus uñas. Estos seres fueron las mujeres, que son de origen celeste, y tienen parte de ese poder. En cambio, los hombres detentan el poder terrenal.
Igual que en los mundos procedentes, todo comenzó a corromperse, se quebró el equilibrio y cuando el Arco iris se ofendió por el accionar no tradicional de las mujeres, comenzó la inundación. La Gran Agua, ahogó todo y hubo de comenzarse un mundo nuevo. Fue Paloma quien picoteando una semilla hizo brotar un Algarrobo y a su parir recomenzó la naturaleza, los seres de la tierra. Sin embargo, la periódica corrupción de la humanidad les encadenó un nuevo cataclismo.
Hombres y mujeres habían comenzado a eliminar o devorar sus hijos. Sol, sobrina de Luna, que es mujer vieja y gorda en verano, joven y delgada en invierno, se quedó quieta, se negó a seguir su camino. Durante la Gran Noche todo se congeló y cubrió de hielo. Cuando ya había muerto todo lo contaminado, un muchacho, dotado de poder por su calidad humana soñó con el Día. Su canto acompañado con sonajas hizo que Sol volviera a salir y recomenzara la vida. Esta quinta humanidad es la de los “Toba”, “Pilagá”, “Mocobí”, pero también de los Europeos y otros pueblos. (*)
(*) Fuente: Orígenes, Argentina, de Miguel Biazzi y Guillermo Magrassi, ed. Corregidor, pp-43-44.

El mito: la Creación (2º parte)

EL MITO CHINO DE LA CREACIÓN
Los cielos y la tierra eran solamente uno y todo era caos. El Universo era como un enorme huevo negro, que llevaba en su interior a P'an-Ku. Tras 18.000 años P’an-Ku se despertó de un largo sueño. Se sintió sofocado, por lo cual empuñó un hacha enorme y la empleó para abrir el huevo. La luz, la parte clara, ascendió y formó los cielos, la materia fría y turbia permaneció debajo para formar la tierra. P’an-Ku se quedó en el medio, con su cabeza tocando el cielo y sus pies sobre la tierra. La tierra y el cielo empezaron a crecer a razón de diez pies al día, y P’an-Ku creció con ellos. Después de otros 18.000 años el cielo era más grande y la tierra más gruesa; P’an-Ku permaneció entre ellos como un pilar gigantesco, impidiendo que volviesen a estar unidos.
P’an-Ku falleció y distintas partes de su organismo, se transformaron en elementos de nuestro mundo. Su aliento se transformó en el viento y las nubes, su voz se convirtió en el trueno. De su cuerpo, un ojo se transformó en el sol y el otro en la luna. Su cuerpo y sus miembros, se convirtieron en cinco grandes montañas y de su sangre se formó el agua. Sus venas se convirtieron en caminos de larga extensión y sus músculos en fértiles campos. Las interminables estrellas del cielo aparecieron de su pelo y su barba, y las flores y árboles se formaron a partir de su piel y del fino vello de su cuerpo. Su médula se transformó en jade y en perlas. Su sudor fluyó como la generosa lluvia y el dulce rocío que alimenta a todas las cosas vivas de la tierra.

EL MITO TIBETANO DE LA CREACIÓN
En el principio era la Vacuidad, un inmenso vacío sin causa y sin fin. De este gran vacío se levantaron suaves remolinos de aire, que después de incontables eones se volvieron más densos y pesados, formando el poderoso cetro doble rayo, el Dorje Gyatram.
El Dorje Gyatram creó las nubes, las cuales, a su vez, crearon la lluvia. Esta cayó durante muchos años, hasta formar el océano primigenio, el Gyatso. Luego, todo quedó en calma, tranquilo y silencioso, y el océano quedó límpido como un espejo.
Poco a poco, les vientos volvieron a soplar, agitando suavemente las aguas del océano, batiéndolas hasta que una ligera espuma apareció en su superficie. Así como se bate la nata para hacer mantequilla, del mismo modo las aguas del Gyatso fueron batidas por el movimiento rítmico de los vientos para transformarlas en tierra.
La tierra emergió como una montaña, y alrededor de sus picos susurraba el viento, incansable, formando una nube tras otra. De éstas cayó más lluvia, sólo que esta vez más fuerte y cargada de sal, dando origen a los grandes océanos del universo.
El centro del universo es el Rirap Lhunpo (Sumeru), la gran montaña de cuatro caras hecha de piedras preciosas y llena de cosas maravillosas. Existen ríos y arroyos en el Rirap Lhunpo, y muchas clases de árboles, frutos y plantas, pues el Rirap Lhunpo es especial, es la morada de los dioses y los semidioses.
En torno al Rirap Lhunpo hay un gran lago, y rodeando a éste, un círculo de montañas de oro. Más allá del círculo de montañas de oro hay otro lago, éste también rodeado por montañas de oro, y así sucesivamente hasta siete Lagos y siete círculos de montañas de oro y más allá del último círcculo de montañas se encuentra el lago Chi Gyatso.
En el Chi Gyatso es donde se encuentran los cuatro mundos, cada uno de éstos semejante a una isla, con su forma particular y sus habitantes distintos.
El mundo del Este es el Lu Phak, que tiene forma de media luna. Las gentes del Lu Phak viven quinientos años y son pacíficas, no hay contiendas en el Lu Phak. Sus habitantes tienen cuerpos gigantescos y caras en forma de media luna. No obstante, no son tan afortunados como nosotros, pues no tienen ninguna religión para poder seguir.
El mundo del Oeste se llama Balang Cho y su forma es como la del sol. Como en el Lu Phak, las gentes son de gran estatura y viven quinientos años, sólo que sus caras tienen forma de sol y se dedican a la cría de diversas clases de ganado.
La tierra del Norte es de forma cuadrada y se llama Dra Mi Nyen. Las gentes de Dra Mi Nyen tienen caras cuadradas y viven mil años o más. En Dra Mi Nyen la comida y las riquezas son abundantes. Todo lo que un hombre necesita en sus mil años de vida lo obtiene sin esfuerzo ni padecimiento; viven con lujo, sin carecer de nada. Pero durante los siete últimos días de su vida, el dolor y el tormento anímicos acometen a los seres de Dra Mi Nyen, pues entonces es cuando reciben una señal de que están a punto de morir. Les visita una voz -una voz terrible- que les susurra cómo morirán y qué monstruosos sufrimientos habrán de soportar en los infiernos después de la muerte. En sus últimos siete días de vida, todas sus riquezas y posesiones decaen y ellos experimentan mayor sufrimiento que nosotros en toda una vida. Dra Mi Nyen se conoce como la "Tierra de la Voz Pavorosa".
Nuestro propio mundo, en Ci Sur, se llama Dzambu Ling. Al comienzo, nuestro mundo estuvo habitado por dioses de Rirap Lhunpo. No había dolor ni enfermedades, y los dioses nunca necesitaban comida. Vivían en el contento, pasando sus días en profunda meditación. No había necesidad de luz en Dzambu Ling, pues los dioses emitían una luz pura de sus propios cuerpos.
Un día, uno de los dioses reparó en que en la superficie de la tierra había una substancia cremosa y, probándola, comprobó que era deliciosa al paladar y animó a los demás dioses a probarla. Tanto les gustó a todos los dioses la cremosa substancia, que no querían comer otra cosa, y cuanto más comían, más se reducían sus poderes. Ya no fueron capaces de estar sentados en profunda meditación; la luz que antes había brotado con tal resplandor de sus cuerpos empezó a apagarse poco a poco y finalmente desapareció por completo. El mundo quedó sumido en tinieblas y 105 grandes dioses de Rirap Lhunpo se convirtieron en seres humanos.
Entonces, en la oscuridad de la noche, apareció en los cielos el sol, y cuando el sol se apagó, la luna y las estrellas iluminaron el cielo y dieron luz al mundo. El sol, la luna y las estrellas aparecieron a causa de las buenas acciones pasadas de los dioses, y son para nosotros un recordatorio permanente de que nuestro mundo fue una vez un lugar hermoso y tranquilo, libre de codicias, sufrimientos y dolor.
Cuando la gente de Dzambu Ling hubo agotado la provisión de la cremosa substancia, empezaron a comer los frutos de la planta nyugu. Cada persona tenía su propia planta, que producía un fruto corno los de las mieses, y cada día, cuando el fruto había sido comido, aparecía otro; uno cada día, lo cual era suficiente para satisfacer el hambre de los seres de Dzambu Ling.
Una mañana, un hombre se despertó y descubrió que en vez de producir un solo fruto, su planta había dado dos. Cayendo en la avidez, se comió los dos frutos; pero, al día siguiente, su planta estaba vacía. Necesitando satisfacer su hambre, ese hombre robó la planta de otro hombre y así fueron haciendo todos, pues cada persona tuvo que robarle a otra para poder comer. Con el robo, llegó la codicia, y todos, temiendo quedarse sin comer, empezaron a cultivar más y más plantas nyugu, debiendo trabajar cada cual cada vez más para asegurarse de que tendría bastante que comer.
Cosas extrañas empezaron a ocurrir en Dzambu Ling. Lo que había sido una tranquila morada de los dioses de Rirap Lhunpo, estaba ahora lleno de hombres que conocían el robo y la codicia. Un día, un hombre empezó a sentir malestar por sus genitales y se los cortó, convirtiéndose así en una mujer. Esta mujer tuvo contacto con hombres y pronto tuvo hijos, quienes a su vez tuvieron más hijos, y en poco tiempo Dzambu Ling se lleno de gente, toda la cual tenía que procurarse comida y un lugar donde vivir.
Las gentes de Uzambu Ling no vivían juntas en paz. Había muchas peleas y robos, y los hombres de nuestro mundo empezaron a experimentar realmente auténtico sufrimiento, que nacía del estado insatisfactorio en que se encontraban. La gente se dio cuenta de que para sobrevivir tenían que organizarse. Todos se juntaron y decidieron elegir un jefe, a quien llamaron Mang Kur, que significa "mucha gente lo hizo rey". Mang Kur enseñó al pueblo a vivir en una relativa armonía, cada cual en una tierra propia en que construir una casa y cultivar alimentos.
Así es como nuestro mundo llegó a ser, como, de dioses, nos convertimos en seres humanos sujetos a la enfermedad, la vejez y la muerte. Cuando contemplamos el cielo nocturno, o recibimos el cálido brillo del sol, deberíamos recordar que, de no ser por las buenas acciones de los dioses de la preciosa montaña de Rirap Lhumpo, viviríamos en una total oscuridad y que, de no ser por la codicia de una persona, nuestro mundo no conocería el sufrimiento que hoy experimenta.

EL MITO AZTECA DE LA CREACIÓN
Los aztecas tienen como dios principal a Tonacatecuhtli, quien tuvo por mujer a Tonacacihuatl (conocida también como Xochiquetzal). Ellos se criaron en el decimotercer cielo, de cuyo principio no se supo jamás. Engendraron a cuatro hijos. El mayor, Tezcatlipoca rojo, llamado así porque nació colorado. Al segundo hijo lo nombraron Tezcatlipoca negro, el peor de los tres porque fue el que más mandó y nació negro en medio de todos los seres y cosas.
Al tercero llamaron Quetzalcoatl, conocido también como "Noche y viento". Mientras que al último y más pequeño lo llamaron Huitzilopochtli.
De los cuatros hijos de la primera pareja, Tezcatlipoca negro era omnipresente, conocía todos los pensamientos y los corazones; así es que lo llamaron Moyocoya, cuyo significado es el de todopoderoso. Su hermano menor, Huitzilopochtli, nació sin carne, con los huesos desnudos. Así se mantuvo durante los seiscientos años de quietud entre los dioses, etapa en la que nada hicieron.
Pasado el largo período, los cuatro hijos de Tonacatecuhtli se juntaron para ordenar lo que habrían de hacer y la ley que tendrían. Convinieron en nombrar a Quetzalcoatl y Huizilopochtli para que impartieran las órdenes. Entonces, por comisión y parecer de los otros dos, hicieron el fuego, después medio sol que, como no estaba entero, alumbraba poco y luego hicieron al hombre Oxomoco y a la mujer llamada Cipactónal. Les dieron la orden de que no holgaran, sino que trabajaran siempre. A él lo mandaron a labrar la tierra mientras ella hilaba y tejía.
Terminada su tarea con los primeros hombres, los dioses hicieron los trescientos sesenta días del año que dividieron en dieciocho meses de veinte días cada uno. Luego crearon a los dioses que habitaron el infierno: al "Señor del Inframundo" y a su esposa, la "Señora del Inframundo".Les llegó la hora de crear los cielos y comenzaron por el más alto, desde el decimotercero para abajo para continuar con la creación del agua. La tierra fue creada por los dioses Quetzalcoalt y Tezcatlipoca, quienes bajaron a tierra a la diosa del cielo. Ella tenía las articulaciones completamente cubiertas de ojos y bocas con las que mordía como una bestia salvaje. Antes de que la bajaran había agua (que nadie sabe quién creó) sobre la cual la diosa caminaba. Cuando vieron esto, los dioses se dijeron: "Es necesario hacer la tierra", y diciendo esto se convirtieron los dos en grandes serpientes. Transformados, una de las serpientes agarró a la diosa de la mano derecha y el pie izquierdo y la otra de la mano izquierda y el pie derecho, tiraron tanto que la partieron por la mitad. Con la parte de atrás de los hombros hicieron la tierra, y la otra mitad la llevaron al cielo.
Los otros dioses se enteraron y se enojaron mucho, entonces para recompensar a la diosa de la tierra por el daño que le habían hecho, los dioses descendieron todos del cielo y ordenaron que de ella salieran los frutos necesarios para la vida de los hombres: de sus cabellos hicieron los árboles y flores, de su piel las pequeñas hierbas y flores, de los ojos hicieron los pozos, las fuentes y las pequeñas cavernas, de la boca los ríos y grandes cavernas mientras que de los agujeros de la nariz y de los hombros, los valles de las montañas y las montañas mismas respectivamente.

(siguen vigentes las notas que puse en el anterior post sobre los mitos y la creación)

Mitología: La creación (1ª parte)

El MITO es una narración que, desde un lenguaje simbólico, recupera los orígenes, el mundo en su inicial creación divina. Así, el mito alude generalmente al nacimiento del universo o al tema de cómo fueron creados los seres humanos y animales, o cómo se originaron las creencias, los ritos y las formas de vida de un pueblo. Para las culturas arcaicas donde el mito emerge éste siempre es vivido como verdadero. El mito es vera narratio, narración verdadera de lo real.

Por otro lado, la LEYENDA es una narración tradicional o una colección de narraciones relacionadas entre sí que parte de situaciones históricamente verídicas, pero que luego puede incorporar elementos ficcionales. En el mito todo es estimado como verdadero. En la leyenda se combinan verdad y ficción. La palabra procede del latín medieval legenda y significa ‘lo que ha de ser leído’.
Otra diferencia entre mito y leyenda es que la leyenda se relaciona con un lugar y una época determinadas. El mito alude a los orígenes, que suelen estar fuera del tiempo. Por otra parte, el mito se ocupa principalmente de los dioses, mientras que la leyenda retrata en general a un héroe humano, como ocurre en el caso de la Ilíada y la Odisea o la Eneida. Son legendarias también las historias que florecieron en numerosas novelas de caballería durante la edad media y que fueron fuente de inspiración para escritores posteriores: este es el caso de la leyenda del rey Arturo, con Carlomagno y con el alquimista alemán Fausto.

EL MITO ROMANO DE LA CREACIÓN
Antes del mar, de la tierra y del cielo que lo cubre todo, la naturaleza ofrecía un solo aspecto en el orbe entero, al que llamaron Caos: una masa tosca y desordenada, que no era más que un peso inerte y gérmenes discordantes, amontonados juntos, de cosas no bien unidas. Ningún Titán ofrecía todavía luz al mundo, ni Febe renovaba creciendo sus nuevos cuernos, ni la tierra se encontraba suspendida en el aire que la rodeaba, equilibrada por su propio peso, ni Anfitrite había extendido sus brazos por los largos límites de las tierras. Y aunque había allí tierra, mar y aire, inestable era la tierra, innavegable era el mar y sin luz estaba el aire: nada conservaba su forma, cada uno se oponía a los otros, porque en un solo cuerpo lo frío luchaba con lo caliente, lo húmedo con lo seco, lo blando con lo duro y lo pesado con lo ligero. Esta disputa un dios, o más bien la naturaleza, la dirimió, pues escindió las tierras del cielo, las aguas de las tierras y separó el límpido cielo del aire espeso. Y después que los desplegó y los sacó de la masa oscura, los unió en sitios separados con paz armoniosa. La fuerza ígnea y sin peso del cielo convexo brilló y se buscó un lugar en lo más alto de la bóveda; cercano a él por su ligereza y situación está el aire; más densa que ellos, la tierra arrastró consigo los elementos pesado y quedó apretada por su propia gravedad; y el agua que la rodea ocupó la parte final y abarcó el disco sólido.
Cuando el dios, quienquiera que fuera, hubo ordenado así la masa, la dividió y, una vez dividida, la distribuyó en partes; primero a la tierra, para que no quedara desigual por todas partes, la enrolló bajo la figura de un enorme globo; después, ordenó que se dispersaran los mares, que se inflaran de rápidos vientos y rodearan las costas de la tierra circular. Añadió fuentes, inmensos estanques y lagos, y encauzó el raudal de los ríos entre riberas tortuosas: éstos son absorbidos en parte por la misma tierra en diferentes lugares, en parte llegan al mar y, recibidos en llanura de aguas más extensas, golpean los litorales en lugar de las riberas. Ordenó también que se dilataran los campos, se hundieran los valles, los bosques se cubrieran de hojas y se elevaran los montes pedregosos. Y como hay dos zonas que cortan el cielo por la derecha, otras dos por la izquierda y una quinta es más tórrida que éstas, así el celo de Dios dividió la masa inclusa en igual número y otras tantas zonas quedan marcadas sobre la tierra.
De ellas, la central no es habitable a causa del calor; espesa nieve cubre a otras dos; entre ambas situó otras tantas, y les dio un clima templado, de claro mezclado con frío. Por encima está el aire, tanto más pesado que el fuego cuanto más ligero que la tierra y que el agua. Ordenó que allí estuvieran las nieblas, allí las nubes y los truenos que perturbaban la mente de los hombres y los vientos que producen relámpagos y rayos. El Hacedor del mundo no permitió a los vientos ocupar el aire a su gusto; todavía ahora cuesta impedirles que destrocen el mundo, aunque cada uno dirige sus soplos en regiones distintas: tan grande es la discordia entre los hermanos. El Euro se retiró a la Aurora, a los reinos nabateos, a Persia y a las cumbres que se extienden bajo los rayos matutinos; el véspero y las costas que se calientan con el sol de poniente están cercanos al Céfiro. El frío Bóreas ocupó Escitia y los Siete Triones; la parte opuesta de la tierra se humedece con las asiduas nubes y la lluvia del Austro. Por encima de estos colocó al límpido éter, que carece de peso y no contiene nada de las heces de la tierra.
Apenas había marcado así todo dentro de límites fijos, cuando los astros, que habían estado mucho tiempo oprimidos por ciega oscuridad, empezaron a hervir por todo el firmamento; y para que ninguna región estuviera sin sus seres vivos, los astros y las figuras de los dioses ocuparon el suelo celeste, las aguas tocaron a los brillantes peces para vivir allí, la tierra recibió a las fieras y a las aves el aire.
Un ser más sagrado que éstos y más capaz de una mente profunda faltaba todavía y que pudiera dominar sobre lo demás: nació el hombre: el hijo de Yápeto (Prometeo) mezclando la tierra con agua de lluvia modeló al hombre en forma de figura de dioses que lo gobiernan todo. Y mientras los demás animales miran inclinados a la tierra, dio al hombre un rostro levantado y le ordenó que mirara al cielo y levantara el rostro alto hasta las estrellas. Así la tierra, que hacía poco había sido tosca y sin forma, cambió y se revistió de figuras humanas desconocidas.

Del Caos al Universo
Antes de existir el mar, la tierra y el cielo, continentes de todo, existía el Caos. El sol no iluminaba aún el mundo. Todavía la luna no estaba sujeta a sus vicisitudes. La tierra no se encontraba todavía suspensa en el vacío, o tal vez quieta por su propio peso. No se conocían las riberas de los mares. El aire y el agua se confundían con la tierra, que todavía no había conseguido solidez. Todo era informe. Al frío se oponía el calor. Lo seco a lo húmedo. El cuerpo duro se hincaba en el blando. Lo pesado era ligero a la vez. Los dioses, o la naturaleza, pusieron fin a estos despropósitos, y separaron al cielo de la tierra, a ésta de las aguas y al aire pesado del cielo purísimo. Y, así, el caos dejó de ser. Los dioses pusieron a cada cuerpo en el lugar que les correspondía y estableció las leyes que había de regirlos. El fuego, que es el más ligero de los elementos, ocupó la región más elevada. Más abajo, el aire. La tierra, encontraba su equilibrio, la más profunda.
Hecha aquella primera división, los dioses redondearon la superficie de la tierra y puso límites al airado mar. En seguida, añadió las fuentes, los estanques, los lagos, los ríos, corrientes por la tierra y devorados por el océano. Él mandó extenderse a los campos, cubrirse de hoja a los árboles, elevarse a los montes y a los valles hundirse. Y así como el cielo estaba dividido en cinco zonas- dos a la derecha, dos a la izquierda y una en el centro, que es la más ardiente-, así mismo quedó dividido el universo. De las cinco zonas la del medio quedó inhabitable por el fuego; las dos de los extremos quedaron envueltas en nieves; únicamente las centrales ofrecieron templanza a la vida. Sobre éstas se elevó el aire, más pesado que el fuego, pero menos que el agua y la tierra; y en él se dieron las nubes, la niebla espesa, los truenos que espantan a los hombres, los vientos que forman vorágines y los granizos. El autor del mundo estableció la armonía en esta región: sin ella se hubieran desecho entre sí los elementos. Al euro e hizo soplar hacia Oriente. Hacia el Occidente al céfiro. Al bóreas le empujó hacia el Septentrión, y al austro hacia el Mediodía. Y por fin, dejo que el Éter, sin peso y sin escoria, formase ese color azul que llamamos firmamento.

OVIDIO, Metaforfosis. Libro Primero I.

EL MITO ESCANDINAVO DE LA CREACIÓN
En los tiempos en que nada existía, se abría en el espacio un vasto y vacío golfo llamado Ginnunga. Tenía una longitud y anchura inconmensurable y su profundidad estaba más allá de toda comprensión. No había costa, ni tampoco olas; porque aún no había mar y la tierra no estaba formada ni tampoco los cielos. Allí en el golfo estuvo el principio de las cosas. Allí por primera vez amaneció. Y en el perpetuo crepúsculo estaba el Padre, que gobierna todos los reinos y se mueve entre todas las cosas grandes y pequeñas.
Primero se formó, hacia el norte del golfo, Nifelheim, la inmensa casa de oscuridad nebulosa y frío helador, y en el Sur, Muspelheim, la casa luminosa del calor y de la luz. En medio de Nifelheim estalló la gran fuente de donde todas las aguas fluyen y luego retornan. Se llama Hvergelmer, la "caldera rugiente", y de allí surgieron, al comienzo, doce tremendos ríos llamados Elivagar, que fluyen hacia el Sur, hacia el Golfo. Una vasta distancia atravesaron desde su nacimiento y, entonces, el veneno que arrastraban con ellos empezó a endurecerse como lo hace la escoria que corre por una superficie, hasta que se congelaron y se convirtieron en hielo. Allí los ríos crecieron en silencio y dejaron de moverse, y los gigantescos bloques de hielo permanecieron juntos.
El vapor se elevó del hielo envenenado y se congeló en forma de escarcha; capa tras capa se fueron amontonando en formas fantásticas una sobre otras. Esa parte del golfo que se extiende hacia el Norte era la región del horror y de la lucha. Fuertes masas de vapor negro rodearon el hielo, y dentro estaban chirriantes torbellinos que nunca cesaban, y bancos de huidiza niebla. Pero hacia el Sur Muspelheim brillaba con radiación intensa, y mandaba bellas llamas y chispas de fuego brillante. El espacio que había en medio de la región de las tempestades y de la oscuridad y de la región del calor y de la luz era un crepúsculo pacífico, sereno y tranquilo como el aire sin viento. Ahora, cuando las chispas de Muspelheim cayeron a través del vapor congelado, y el calor llegó hasta allí por el poder del Padre, las gotas de las mezclas empezaron a caer del cielo.
Y fue allí y entonces cuando la vida comenzó a existir. Las gotas se hicieron más rápidas y una masa informe tomó forma humana. Así vino a existir el grande y pesado gigante de arcilla que se llamó Ymer. Tosco y desgarbado era Ymer y cuando se estiró y comenzó a moverse fue torturado por los dolores producidos por un hambre feroz. Así que salió ansioso en busca de comida, pero no había sustancia de la que él pudiera comer. Los torbellinos le pasaban por encima y las oscuras nieblas le rodeaban como un sudario. Más gotas cayeron de los lóbregos vapores, y luego se formó una vaca gigante que se llamó Audhumala, "la vacía oscuridad". Ymer la contempló permaneciendo allí en la oscuridad junto a los bloques de hielo y avanzó débilmente hacia ella. Maravillándose, descubrió que de sus ubres salían cuatro regueros blancos de leche, y con ansia bebió y bebió hasta que se llenó con las semillas de la vida y se vio satisfecho.
Entonces una gran pesadez se vino sobre Ymer y se tumbó, cayendo en un profundo sueño libre de pesadillas. El calor y la fuerza le poseyeron, y el sudor se concentró en el sobaco de su brazo izquierdo del cual, por el poder del Padre, se formó un hijo llamado Mimer y una hija llamada Bestla. De Mimer descendieron los dioses Vana. Bajo los pies de Ymer salió un hijo monstruoso de seis cabezas, que fue el antecesor de los gigantes malignos del hielo, el temido Hrimthusar. Entonces Ymer despertó. En cuanto a Audhumala, la gran vaca, no tenía verdor del que alimentarse y permaneciendo en el borde de la oscuridad encontró sustento chupando constantemente los enormes cantos rodados que tenían incrustados sal y escarcha. Durante el espacio de un día se alimentó de esa manera, hasta que apareció el pelo de una gran cabeza. Al segundo día la vaca volvió a los cantos rodados y, antes de que hubiera dejado de chupar, una cabeza humana quedó al descubierto. Al tercer día una noble forma saltó. Estada dotada de gran belleza y era ligera y poderosa. Recibió el nombre de Bure, y fue el primero de los dioses Asa.
Con el tiempo surgieron más seres gigantes, nobles y malvados dioses. Mimer, que es Mente y Memoria, tuvo hijas, cuyo jefe fue Urd, la diosa de la fortuna y la reina de la vida y de la muerte. Bure tuvo un hijo llamado Bor, que tomó por esposa a Bestla, la hermana del prudente Mimer. Tres hijos nacieron de ellos: el primero se llamó Odin (espíritu), el segundo Ve, cuyo otro nombre es Honer, y el tercero Vile, también conocido como Lodur y Loke. Odin se convirtió en el principal jefe de los dioses Asa, y Honer fue jefe de los Vans. Ymer y su maligno hijo desataron su ira y enemistad contra la familia de los dioses y pronto estalló la guerra entre ellos. En ninguno de los lados hubo una pronta victoria, y fieros conflictos se libraron durante largos años antes de que la Tierra se formara. Pero, al fin, los hijos de Bor vencieron sobre los enemigos y les hicieron retroceder.
Con el tiempo se sucedieron grandes asesinatos, que disminuyeron el ejército de los gigantes malignos hasta que solamente quedo uno. Fue entonces cuando los dioses consiguieron su triunfo. Ymer cayó al suelo y los victoriosos saltaron sobre él y le reventaron las latientes venas de su cuello. Un gran diluvio de sangre salió de allí y toda la raza de los gigantes se ahogó excepto Bergelmer, el anciano de la montaña, que con su mujer se refugió en los bosques del gran molino del mundo. De éstos descienden los Jotuns, que por siempre guardaron enemistad contra los dioses. El gran molino del mundo de los dioses estaba al cuidado de Mundilfore. Nueve doncellas gigantes lo movían con gran violencia, y el rechinar de las piedras hacía un clamor tan temible que no se podían oír ni las más altas tempestades. El gran remolino es más grande que el mundo entero, porque de él se hizo el gran molde de la Tierra.
Cuando Ymer murió los dioses se reunieron en consejo y se dispusieron a dar forma al mundo. Colocaron el cuerpo del gigante de arcilla sobre el molino y las doncellas lo ataron a él. Las piedras estaban manchadas de sangre, y la carne oscura salió como molde. Así se formó la Tierra y los dioses le dieron forma a su antojo. De los huesos de Ymer se formaron las rocas y las montañas; sus dientes y mandíbula se dividieron en dos, y cuando iban girando alrededor las doncellas del gigante tiraron los fragmentos aquí y allí, y éstas formaron las piedras y los cantos rodados. La sangre helada del gigante se convirtió en las aguas del vasto mar. Pero las doncellas del gigante no cesaron su labor cuando el cuerpo de Ymer estaba completamente machacado y la Tierra estaba formada y puesta en orden por los dioses. Cuerpos de gigante tras gigante se fueron colocando en el molino, que está situado tras el suelo del océano, y los restos de la carne son la arena que siempre está lavada alrededor de las orillas del mundo.
Cuando las aguas son lamidas por el rotante ojo de la piedra del molino se forma un temeroso remolino y se producen los flujos y reflujos del mar cuando se dirige a Hvergelmer, "la rugiente caldera", en Nifelheim y es arrojado de nuevo hacia delante. Los mismos cielos están formados para tambalearse por el gran molino del mundo alrededor de Veraldar Nagli, "la punta del mundo", que es la estrella Polar. Después, cuando los dioses habían dado forma a la Tierra, colocaron la calavera de Ymer para que fuera al cielo. En cada uno de los cuatro puntos colocaron como centinelas a fuertes enanos del Este, Oeste, Norte y Sur. La calavera de Ymer descansa sobre sus anchos hombros. Pero todavía el Sol no conocía su casa ni la Luna su poder, y las estrellas no tenían lugar donde morar. Las estrellas son brillantes chispas de fuego colocadas desde el Muspelheim por el gran golfo y están fijadas en el cielo por los dioses para dar luz al mundo y brillo sobre el mar. A cada uno de estos copos de fuego errante se asignaron un orden y movimiento, de forma que cada uno tiene su lugar, tiempo y estación.
El Sol y la Luna también vieron sus cursos regulados, porque son los mayores discos de fuego que salieron de Muspelheim, y para que los caminos de los cielos pudieran soportarlos los dioses hicieron que los herreros elfos, los hijos de Ivalde y los parientes de Sindre, construyeran carros de oro fino.

(nota: subo los textos en varias partes, pero que conste que todas ellas pertenecen al mismo tema, si lo hago así es por razones técnicas y porque me parece que va a quedar más claro, espero que no me equivoque)

(otra nota: estos textos han sido extraídos de diferentes sitios de internet, no son pues originales de la profe que escribe, espero que nadie se enoje)

(sigue en el siguiente post)

viernes, 18 de marzo de 2011

Contenidos para 2º ES

Lengua:
Tema 1: El texto. Cohesión y Coherencia. Recursos.
Tema 2: Clases de palabras: sustantivo, adjetivo y adverbio. Formas y funciones.
Tema 3: Clases de palabras: el verbo. Tiempos y modos. Voz activa y voz pasiva.
Tema 4: Sintaxis: oración simple y oración compuesta. Sujeto y Predicado. Diferencias entre Predicado Verbal Compuesto y Oración Compuesta. Modificadores del Sujeto y Complementos del Predicado.

Tema 5: Ortografía (B/V, G/J, C/Z/S, H, tildes)

Tema 6: Argumentación: concepto básico y características generales.

Literatura:
Tema 1: Géneros literarios: narrativo, lírico y dramático. Características generales y subgéneros.
Tema 2: Mitos: Características. Mitos de diferentes culturas y diferentes épocas.
Tema 3: El cuento. Características. Tipología. El cuento policíaco y el cuento de ciencia-ficción.
Tema 4: El teatro. Características y subgéneros. Lectura de Bodas de sangre de F. García Lorca y El pasado de Elisa de C. Nalé Roxlo.
Tema 5: La novela. Características generales. Lectura de La vuelta al mundo en 80 días de J. Verne y El Principito de Saint-Exupery. Un capítulo seleccionado de Don Quijote de la Mancha.
Tema 6: Poesía: Rima y métrica. El soneto. Otras composiciones.

Notas sobre el contenido:
a. Estos temas son, en potencia, los previstos para el año 2011. Su desarrollo dependerá, en última instancia, del trabajo realizado por el grupo.
b. El tema sobre la ortografía es, en realidad, transversal a lo largo de todo el año.
c. El orden que se siga en clase no tiene por qué coincidir con el establecido en esta propuesta de temas.
d. Todos las lecturas literarias estarán apoyadas con otros tipos de lenguajes, como el cinematográfico, el pictórico, la música... y por actividades creativas propuestas a los alumnos.

Contenidos para 1º ES

Lengua:
Tema 1. La Comunicación. Funciones del lenguaje. El texto. La coherencia y la cohesión. Recursos cohesivos.
Tema 2. Clases de palabras. Sustantivo. Adjetivo. Verbo. Adverbio. Significados, formas y funciones.
Tema 3. Verbos: Conjugación regular. Principales verbos irregulares. Modo indicativo.
Tema 4. Oración simple: distinción entre oraciones unimembres y oraciones bimembres. Distinción entre sujeto y predicado verbal. Modificadores del Sujeto. Complementos del Núcleo del Predicado Verbal.

Tema 5: Ortografía (B/V, C/Z/S, J/G, H, tildes y acentos) y redacción.

Tema 6: Distinción de géneros periodísticos.


Literatura:
Tema 1: Géneros literarios: narrativo, lírico y dramático. Principales características distintivas. Subgéneros.
Tema 2: El Mito: Diferencias entre mito y leyenda. Personajes del mito. Mitos griegos, indoamericanos y otros.
Tema 3: El cuento: Principales características del subgénero. Tipología. Cuentos fantásticos. Cuentos maravillosos. Cuentos realistas. Antología de cuentos.
Tema 4: El teatro: Subgéneros. Características fundamentales. Lectura de La zapatera prodigiosa de F. García Lorca y La Cola de la Sirena de C. Nalé Roxlo.
Tema 5: La novela. Características fundamentales. Lectura de Don Quijote (adaptación) y El llamado de lo salvaje de Jack London.
Tema 6: La Poesía: El romancero. Otros subgéneros y autores.

Notas a este temario:
1. No necesariamente se seguirá este orden, todo dependerá de cómo avance el trabajo del grupo.
2. Para la lectura de los mitos, de los cuentos y de la poesía, se le proporcionará al alumno una antología de textos.
3. Los temas de literatura y las lecturas se verán enriquecidos, además, con proyecciones, con talleres creativos y con trabajos de investigación por parte de los alumnos.